martes, 2 de septiembre de 2014

Luces Nocturnas


Puedo ver el centro de la ciudad desde la ventana de mi habitación. Durante el día se pueden divisar las montañas ocultas tras ese velo gris y tóxico que respiramos a cada rato, y las personas se ven como diminutas hormigas caminando en línea hacia el metro, o hacia la micro en el paradero.

Pero prefiero quedarme horas despierto, mirando esa misma escena durante la noche. Casi no hay personas y por momentos las calles son adornadas por alguna baliza que interrumpe el silencio reinante. Algún vehículo pasa solitario, esperando liberarse la de luz roja en la esquina.

Todo pareciera ir más lento.

Durante la noche las luces armonizan mejor con la oscuridad, y estoy horas mirando hacia el centro de la ciudad, tratando de distinguir punto por punto aquellas más alejadas. Y ahí me quedo, apoyado contra el muro, tratando de buscar y encontrar sólo una entre todas las luces.


Y es que me desvelo por las noches queriendo ser aquel farol afortunado, cuya luz se escabulle por las  cortinas de tu alcoba, y abriga tus sueños mientras duermes.

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