Afortunadamente aquel árbol daba suficiente sombra cuando el sol comenzaba a ocultarse en el poniente, aunque igual debía recostarme sobre el tronco del otro lado. Este árbol era enorme, con un tronco de unos dos metros de ancho, que por si sólo daba harta sombra.
Sin embargo caí en la cuenta de que no sabía por qué estaba recostado ahí, tan lejos de la cabaña. Mi instinto me había llevado de forma inconsciente hasta ese lugar, quizá porque ya antes había nombrado a ese árbol “el árbol de la soledad” pues era el único que había en varios metros a la redonda. Ya llevaba varios minutos ahí cuando me di cuenta de todo, antes de que un ruidoso visitante interrumpiera aquel momento de soledad.
- ¿Qué haces aquí?- me preguntó con un tono de voz muy familiar, extrañado.
Me di vuelta y con sorpresa me di cuenta de que tenía mi rostro, pero estaba vestido totalmente de negro.
- ¿Y te sorprendes? Recién te diste cuenta de que estabas en este lugar y ahora te sorprendes cuando hablas contigo mismo- dijo con firmeza.
- ¿Conmigo mismo? – pregunté absurdamente.
- No, con tu hermana… idiota- me reclamó con sarcasmo.
Su tono de voz me hizo despertar un poco.
- En todo caso, no se porque hablo en voz alta, si sólo eres parte de mi imaginación… a lo más falta que aparezca otro como yo pero vestido de blanco completo.
- Solo tienes que imaginarlo, pero como esto no es una caricatura del bien y el mal… sino yo tendría cachos, cola de flecha y un tridente, además de estar de rojo.
Sus palabras cobraron una racionalidad abrumante en mi mente.
- Lo sé. No estoy pensando sobre el bien y el mal, ya pensé suficiente sobre eso- dije con voz más relajada, como acostumbrándome a la situación.
- ¿Y entonces? ¿Podrías decirme por qué estoy acá en este árbol en vez de estar dentro de tu cerebro?- dijo con impaciencia.
- Necesito hablar conmigo mismo.
- “Necesito hablar conmigo mismo” – respondió burlescamente-… OBVIO QUE TIENES QUE HABLAR CONMIGO MISMO, sino no estaría aquí… sé más específico- me recriminó impacientemente.
Dudé en responder, me tomé unos segundos.
- Porque a veces me cuestiono algunas decisiones que he tomado- dije lo más secamente posible.
- Aldous Huxley dice que el remordimiento es el peor sentimiento existente, pues no puedes echar pie atrás.
- No me digas esa frase, la recuerdo perfectamente.
- ¿Y qué decisiones estás cuestionándote?
- Sabes perfectamente a cuál me refiero.
Él se tomó la cabeza con ambas manos, como quejándose. Mientras se sentaba el lado mío.
- No me digas que de nuevo estás con esa estupidez… ¿No que ese tema ya lo habías cerrado?
- Claro que lo cerré, de hecho sigue cerrado… pero aún así no dejo de cuestionar esa decisión.
- Perrito- dijo con confianza- sabes perfectamente por qué tomaste ese camino. Tu mismo te topaste con ese tremendo letrero en el otro camino que decía “NO PASAR” y que por eso tomaste esta vía.
- Lo sé… se que elegí la soledad porque la compañía me genera un enorme rechazo. Que elegí la soledad porque cada vez que entraba a un carrete, el escuchar la música fuerte era como si un tipo me pegara en la cabeza con un tremendo mazo- le respondí mientras el sol comenzaba a esconderse.
- ¿Y entonces? ¿Cuál es el problema?
- Que las personas solas, drogadictas y misantrópicas deberían morir en accidentes de bus, y los jóvenes benefactores enamorados que son arrastrados fuera de su departamento en el medio de la noche, deben caminar limpios. – dije casi mecánicamente.
Él agachó la cabeza moviéndola hacia los lados.
- Ya no seas estúpido, no me vengas con frases copiadas.
- Lo sé – dije riendo malévolamente- pero aunque sea copiada, tiene alguna relación.
- ¿ERES DROGADICTO? – preguntó asustado.
- NO, IMBÉCIL, CLARO QUE NO LO SOY- respondí airadamente- pero lo de solo sí.
- ¿Y misantrópico?
- A ratos. Tú sabes que mi irreverencia y mis burlas a las teleseries, además de otras cosas, son signos de misantropía, no muy marcada, pero es algo.
- Mmm… puede ser… ¿Deseas morir?
- NO IDIOTA, ni se te ocurra.
- Jaja, son sólo bromas… ¿Y qué hay con lo de misantropía y soledad?
Me tome un rato en responder mientras me rascaba la nuca luego de tenerla varios minutos apoyada contra el tronco del árbol.
- Que a pesar de elegir esto, no quiero ser un miserable tratando mal a los demás… sabes a lo que me refiero.
- Lo sé. Sé que tus ex compañeros de colegio quieren hacer una junta y que no tienes ninguna intención de ir.
- Sí.
- Bueno, ya estás tratándolos mal.
- Si sé… pero es que ya me dan lo mismo. Se que es feo decir esto, pero igual aunque es típico de la edad, eran más burlescos, inmaduros, que hablaban puras tonteras y eran muy hedonistas.
- ¿No crees que lo de hedonista es mucho?- me preguntó con algo de inquietud.
- Puede ser… pero creo que entiendes a lo que me refiero. Ya el contacto con ellos se perdió, no me interesa reunirme con ellos.
Él demoró en responder.
- Mmm… y aunque esto pasó con ellos, no quieres que vuelva a pasar.
- No quiero que vuelva a pasar. Porque ahora la gente cercana a mí, aunque yo no aporto mucho a aumentar esa cercanía, no es así. Es más reflexiva, más empática y no habla todo el tiempo tonteras. Si, son burlescos… pero no crueles.
- ¿Entonces consideras que cuando ya saltes a la próxima etapa de tu vida no se merecen el trato que le estas dando a los otros?
- Eso mismo… pero ya elegí la soledad. Y creo que con ellos pasará lo mismo, aunque trate de evitarlo.
- Tú y tu soledad. Creo que entiendo tus cuestionamientos.
- Sí.
Tomé algo de tiempo para volver a rascarme la nuca.
- No soy capaz de rodearme de gente. Y de las pocas personas con las que me rodeo, siento que es poco.
- A veces la soledad te agobia pero no puedes dejarla… entonces busca más compañía de la que tienes, así de simple.
- La compañía me genera rechazo, ya te lo dije. La soledad no… pero a veces me agobia. Y a pesar de eso… aunque a veces me agobia, no puedo dejarla…
Interrumpí un poco mi charla, para relajarme un poco.
- … y por eso, porque no puedo dejarla, con la gente de ahora pasará lo mismo de siempre. Y me siento miserable porque no se merecen eso.
Él no respondió… estaba tan atento a su futura respuesta que no me había dado cuenta de que ya mi alucinación había finalizado. Ya el sol estaba a medio esconderse, por lo que decidí levantarme del árbol y regresar a mi hogar.
Sin embargo caí en la cuenta de que no sabía por qué estaba recostado ahí, tan lejos de la cabaña. Mi instinto me había llevado de forma inconsciente hasta ese lugar, quizá porque ya antes había nombrado a ese árbol “el árbol de la soledad” pues era el único que había en varios metros a la redonda. Ya llevaba varios minutos ahí cuando me di cuenta de todo, antes de que un ruidoso visitante interrumpiera aquel momento de soledad.
- ¿Qué haces aquí?- me preguntó con un tono de voz muy familiar, extrañado.
Me di vuelta y con sorpresa me di cuenta de que tenía mi rostro, pero estaba vestido totalmente de negro.
- ¿Y te sorprendes? Recién te diste cuenta de que estabas en este lugar y ahora te sorprendes cuando hablas contigo mismo- dijo con firmeza.
- ¿Conmigo mismo? – pregunté absurdamente.
- No, con tu hermana… idiota- me reclamó con sarcasmo.
Su tono de voz me hizo despertar un poco.
- En todo caso, no se porque hablo en voz alta, si sólo eres parte de mi imaginación… a lo más falta que aparezca otro como yo pero vestido de blanco completo.
- Solo tienes que imaginarlo, pero como esto no es una caricatura del bien y el mal… sino yo tendría cachos, cola de flecha y un tridente, además de estar de rojo.
Sus palabras cobraron una racionalidad abrumante en mi mente.
- Lo sé. No estoy pensando sobre el bien y el mal, ya pensé suficiente sobre eso- dije con voz más relajada, como acostumbrándome a la situación.
- ¿Y entonces? ¿Podrías decirme por qué estoy acá en este árbol en vez de estar dentro de tu cerebro?- dijo con impaciencia.
- Necesito hablar conmigo mismo.
- “Necesito hablar conmigo mismo” – respondió burlescamente-… OBVIO QUE TIENES QUE HABLAR CONMIGO MISMO, sino no estaría aquí… sé más específico- me recriminó impacientemente.
Dudé en responder, me tomé unos segundos.
- Porque a veces me cuestiono algunas decisiones que he tomado- dije lo más secamente posible.
- Aldous Huxley dice que el remordimiento es el peor sentimiento existente, pues no puedes echar pie atrás.
- No me digas esa frase, la recuerdo perfectamente.
- ¿Y qué decisiones estás cuestionándote?
- Sabes perfectamente a cuál me refiero.
Él se tomó la cabeza con ambas manos, como quejándose. Mientras se sentaba el lado mío.
- No me digas que de nuevo estás con esa estupidez… ¿No que ese tema ya lo habías cerrado?
- Claro que lo cerré, de hecho sigue cerrado… pero aún así no dejo de cuestionar esa decisión.
- Perrito- dijo con confianza- sabes perfectamente por qué tomaste ese camino. Tu mismo te topaste con ese tremendo letrero en el otro camino que decía “NO PASAR” y que por eso tomaste esta vía.
- Lo sé… se que elegí la soledad porque la compañía me genera un enorme rechazo. Que elegí la soledad porque cada vez que entraba a un carrete, el escuchar la música fuerte era como si un tipo me pegara en la cabeza con un tremendo mazo- le respondí mientras el sol comenzaba a esconderse.
- ¿Y entonces? ¿Cuál es el problema?
- Que las personas solas, drogadictas y misantrópicas deberían morir en accidentes de bus, y los jóvenes benefactores enamorados que son arrastrados fuera de su departamento en el medio de la noche, deben caminar limpios. – dije casi mecánicamente.
Él agachó la cabeza moviéndola hacia los lados.
- Ya no seas estúpido, no me vengas con frases copiadas.
- Lo sé – dije riendo malévolamente- pero aunque sea copiada, tiene alguna relación.
- ¿ERES DROGADICTO? – preguntó asustado.
- NO, IMBÉCIL, CLARO QUE NO LO SOY- respondí airadamente- pero lo de solo sí.
- ¿Y misantrópico?
- A ratos. Tú sabes que mi irreverencia y mis burlas a las teleseries, además de otras cosas, son signos de misantropía, no muy marcada, pero es algo.
- Mmm… puede ser… ¿Deseas morir?
- NO IDIOTA, ni se te ocurra.
- Jaja, son sólo bromas… ¿Y qué hay con lo de misantropía y soledad?
Me tome un rato en responder mientras me rascaba la nuca luego de tenerla varios minutos apoyada contra el tronco del árbol.
- Que a pesar de elegir esto, no quiero ser un miserable tratando mal a los demás… sabes a lo que me refiero.
- Lo sé. Sé que tus ex compañeros de colegio quieren hacer una junta y que no tienes ninguna intención de ir.
- Sí.
- Bueno, ya estás tratándolos mal.
- Si sé… pero es que ya me dan lo mismo. Se que es feo decir esto, pero igual aunque es típico de la edad, eran más burlescos, inmaduros, que hablaban puras tonteras y eran muy hedonistas.
- ¿No crees que lo de hedonista es mucho?- me preguntó con algo de inquietud.
- Puede ser… pero creo que entiendes a lo que me refiero. Ya el contacto con ellos se perdió, no me interesa reunirme con ellos.
Él demoró en responder.
- Mmm… y aunque esto pasó con ellos, no quieres que vuelva a pasar.
- No quiero que vuelva a pasar. Porque ahora la gente cercana a mí, aunque yo no aporto mucho a aumentar esa cercanía, no es así. Es más reflexiva, más empática y no habla todo el tiempo tonteras. Si, son burlescos… pero no crueles.
- ¿Entonces consideras que cuando ya saltes a la próxima etapa de tu vida no se merecen el trato que le estas dando a los otros?
- Eso mismo… pero ya elegí la soledad. Y creo que con ellos pasará lo mismo, aunque trate de evitarlo.
- Tú y tu soledad. Creo que entiendo tus cuestionamientos.
- Sí.
Tomé algo de tiempo para volver a rascarme la nuca.
- No soy capaz de rodearme de gente. Y de las pocas personas con las que me rodeo, siento que es poco.
- A veces la soledad te agobia pero no puedes dejarla… entonces busca más compañía de la que tienes, así de simple.
- La compañía me genera rechazo, ya te lo dije. La soledad no… pero a veces me agobia. Y a pesar de eso… aunque a veces me agobia, no puedo dejarla…
Interrumpí un poco mi charla, para relajarme un poco.
- … y por eso, porque no puedo dejarla, con la gente de ahora pasará lo mismo de siempre. Y me siento miserable porque no se merecen eso.
Él no respondió… estaba tan atento a su futura respuesta que no me había dado cuenta de que ya mi alucinación había finalizado. Ya el sol estaba a medio esconderse, por lo que decidí levantarme del árbol y regresar a mi hogar.
... VMBRA...
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