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El telón de la noche cae cruel y repentino, sobre los condenados a la eterna soledad, en donde los inocentes pagan con sus vidas para evitar esta cruel sentencia… la muerte es un regalo para los ojos, para que no sean testigos del ascenso del infierno vasto y lúgubre hacia la superficie.
Durante toda mi vida he sido un criminal… y hoy he sido condenado por mis actos. Ahora estoy parado aquí, viendo pasar a algunos que han sido condenados también. La sensación de soledad es abismante en aquellos ojos, pero yo no la siento… en realidad si la siento, y muy fuerte… pero quizá no tanto como el resto. Me pregunto si volveré a ver algún rostro conocido en algún momento, mi respuesta es sí… pero seguramente lo veré bajo un trozo de acero o concreto y cubierto de polvo, y en aquel momento esa sensación de soledad no la podré resistir.
Es extraño sentir que toda mi vida había sido destinada a prepararme para algo así… como si supiera que iba a pasar… que habrá pasado con el resto ¿de verdad no quedará nadie? Aquella pregunta me recorre mil veces la cabeza hasta desesperarme. A lo lejos veo los últimos destellos del sol escondido tras las montañas, y un poco más abajo veo sólo acero y concreto destrozado.
La sensación de soledad es espeluznante. Veo gente desplomarse en el suelo de la angustia, gente que no estaba preparada para esto, veo sus ojos llenos de desesperación al sentirse completamente solos, sin poder acudir a alguien, ni donde poder dormir en la noche que se acerca. Nadie tiene hogar y las pocas paredes que quedan en pie son campo de sangrientas peleas para evitar congelarse por el frío nocturno. Yo por mi parte, he encontrado este edificio y algunas paredes donde alojar… al menos desde acá puedo ver gran parte de la ciudad, bueno… lo que queda de ella. Pero también sufro lo mismo que ellos… sin poder acudir a nadie, sin saber de nadie. Me pregunto si los que no fueron condenados estarán sintiéndose aliviados… o si estarán arrepentidos.
El telón de la noche se deja caer cruel y repentino, acompañado de mallas de frío glacial que apaga hasta la más brava de las llamas. Ha sido otro día más como los últimos, estar desde acá mirando y comiendo soledad, pues no hay mucho más que conseguir ahora, creo que también es parte de aquella condena a la eterna soledad, y no se ve si pueda alguna vez ser perdonado…
VMBRA
Durante toda mi vida he sido un criminal… y hoy he sido condenado por mis actos. Ahora estoy parado aquí, viendo pasar a algunos que han sido condenados también. La sensación de soledad es abismante en aquellos ojos, pero yo no la siento… en realidad si la siento, y muy fuerte… pero quizá no tanto como el resto. Me pregunto si volveré a ver algún rostro conocido en algún momento, mi respuesta es sí… pero seguramente lo veré bajo un trozo de acero o concreto y cubierto de polvo, y en aquel momento esa sensación de soledad no la podré resistir.
Es extraño sentir que toda mi vida había sido destinada a prepararme para algo así… como si supiera que iba a pasar… que habrá pasado con el resto ¿de verdad no quedará nadie? Aquella pregunta me recorre mil veces la cabeza hasta desesperarme. A lo lejos veo los últimos destellos del sol escondido tras las montañas, y un poco más abajo veo sólo acero y concreto destrozado.
La sensación de soledad es espeluznante. Veo gente desplomarse en el suelo de la angustia, gente que no estaba preparada para esto, veo sus ojos llenos de desesperación al sentirse completamente solos, sin poder acudir a alguien, ni donde poder dormir en la noche que se acerca. Nadie tiene hogar y las pocas paredes que quedan en pie son campo de sangrientas peleas para evitar congelarse por el frío nocturno. Yo por mi parte, he encontrado este edificio y algunas paredes donde alojar… al menos desde acá puedo ver gran parte de la ciudad, bueno… lo que queda de ella. Pero también sufro lo mismo que ellos… sin poder acudir a nadie, sin saber de nadie. Me pregunto si los que no fueron condenados estarán sintiéndose aliviados… o si estarán arrepentidos.
El telón de la noche se deja caer cruel y repentino, acompañado de mallas de frío glacial que apaga hasta la más brava de las llamas. Ha sido otro día más como los últimos, estar desde acá mirando y comiendo soledad, pues no hay mucho más que conseguir ahora, creo que también es parte de aquella condena a la eterna soledad, y no se ve si pueda alguna vez ser perdonado…
VMBRA
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