lunes, 1 de septiembre de 2008

... incertidvmbre...

Una nube de polvo enrarece el ambiente. El sol está recién saliendo detrás de la cordillera… su luz es difusa. Un leve temblor azotó nuevamente a la ciudad y produjo tal levantamiento de suciedad, alimentada por los escombros de los edificios derrumbados. Los pocos edificios que quedaban enteros, o que están a medias, se tambalean gelatinosamente con el sismo, amenazando con desplomarse por completo. Apenas se ve la calle, la cantidad de polvo y escombros… y uno que otro resto humano, las cubren dejando sólo una pequeña parte visible. El aire está pesado, tomará un buen tiempo que el polvo se disipe.

En una esquina aún queda un edificio en pie… es un restaurante, de dos pisos. Sus ventanas están quebradas y el techo ya no existe. Una parte del muro del segundo piso está destruido, como también una parte del primer piso, parcialmente tapado por los escombros. En el interior hay platos y vasos vacíos, no hay luz, sólo la poca que llega del sol. El polvo no permite ver los letreros de las promociones y apenas se ve el piso de cerámica café, las mesas de madera y las sillas de mimbre están cubiertas por la suciedad. La escalera también está cubierta de polvo, lo mismo que las barandas de metal color negro y las marchitas flores en el macetero que está en la esquina más alejada.

Lentamente empiezan a escucharse diversos sonidos en toda la calle, a moverse los escombros, a sentirse pasos en el pavimento tapizado en suciedad. Decenas de personas salen de la nada como fantasmas en la oscuridad de la noche. Sucias, manchadas en sudor y sangre, con la ropa desgastada y desgarrada, con una mirada de incertidumbre y angustia en sus ojos, en ojos que sólo ven polvo, polvo de oscuridad; ojos que sólo reflejan un deseo incontenible de llorar, manos que se entrecruzan en el pecho, o que tapan los rostros empolvados, o que tocan los despeinados cabellos. Decenas de personas que quieren saber que pasó, cómo ocurrió… por qué ocurrió. Ojos color marrón que sólo ven suciedad… y destrucción. Ni la leve luz que empieza a clarificar ilumina su alma, ni el polvo que comienza a disiparse alivia su corazón. Sus ojos, sus manos, su piel agrisada por la suciedad y su espíritu, derrumbado como un gran edificio, sólo desean expulsar aquella desesperación; sólo desean expulsar dos palabras.

Dónde estás...


















... spectrvm ex vmbra...

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