
Veo a la gente a mi alrededor, mirándose entre ellos o hacia el piso, avanzando hacia alguna dirección.
Miro sus rostros, afables y dispuestos, compartiendo palabras y gestos a medida que sus pies se intercalan uno delante de otro.
Oigo sus palabras, llenas de historias y relatos que contar, maletas cargadas de recuerdos que van moldeando aquellas voces y aquellos rostros.
Veo en ellos el deseo de seguir entregando palabras y gestos, como si la afabilidad aquella fuera lo que desean conservar.
Veo a la gente alrededor mio,
y me parece todo tan extraño y lejano.